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Crónica: 

Chapatas y Arte.

Una visita al Museo de Arte Moderno.

Me recogió Octavio, mi novio, en la escuela. Era un jueves a las dos de la tarde e íbamos camino al Museo de Arte Moderno. Compré unas chapatas para comer en el camino ya que quería visitar el museo sin prisa, esa fue mi elección ya que Octavio no es tan aficionado a los museos como yo, pero me acompañó con gusto.

 

El trayecto al museo fue muy tranquilo, afortunadamente no había nada de tráfico y además íbamos comiendo una deliciosa chapata de jamón con queso, jitomate y lechuga, estábamos muertos de hambre, yo no había desayunado. Google maps, ese invento que me ha salvado la vida en más de una ocasión, nos guió hasta nuestro destino.

 

La razón por la que decidí ir un jueves en la tarde es porque no me gustan las multitudes, y a esa hora realmente había poca gente. Ese día la mayoría de los visitantes iban solos, por lo que pude ver y los comentarios que escuché realmente eran personas interesadas en el arte. Yo no soy una experta en arte, disto de serlo, sin embargo sí me interesa apreciar las obras que hay en un museo, por eso voy, y me molesta cuando va mucha gente nada más a hacer bola. Quizás soy un poco intolerante en ese aspecto, pero realmente me desespera. Por suerte en esta ocasión no estaba lleno el museo y pude apreciar las obras el tiempo que se me antojó pues no había una fila de personas detrás de mí esperando para ver un instante las pinceladas sobre un lienzo de Diego Rivera.

 

Visité el museo a mi tiempo. Octavio, a quien sí le gusta ver las obras, pero es algo más desesperado, recorrió una parte del museo más rápido y se entretuvo viendo cosas distintas de las que yo veía, pero nunca me presionó para que yo viera las obras más rápido y para mí fue una visita maravillosa, no solo por las exposiciones (“50 años 50 obras”, “Fascinación Tina-Modotti” y “El carnicero de Mathias Goeritz”) sino porque tuve el tiempo y el espacio ideal para apreciar completamente todo el arte que me rodeaba.

 

Disfruté mucho la exposición “50 años 50 obras”. Siempre me ha llamado mucho la atención el arte mexicano porque es muy rico y muchas veces se menosprecia o se le da mayor estatus al arte extranjero, lo cual no debería ser así pues en México también tenemos arte de calidad, numerosos artistas que valen la pena conocer. La exposición me pareció un buen homenaje a nuestro México lindo, un buen pedazo de su arte.         

La obra que más me gustó de la exposición fue “La huida” de Remedios Varo. Aunque no es mexicana hizo gran parte de su obra en México y tuvo contacto con los artistas más influyentes del país. Fue la obra que vi por más tiempo, hay algo mágico al ver obras de arte, en cierta forma es como si el cuadro que estás viendo fuera lo único que llena el espacio y tiempo en ese momento. Le pedí a Octavio que me tomara una foto con ese cuadro. Más tarde, cuando vi las fotografía, me di cuenta que en la foto salgo yo y la mitad del cuadro, me enfocó a mí en vez de al cuadro.

 

La exposición “Fascinación Tina-Modotti” la recorrí un poco más rápido, es más chica que “50 años 50 obras”, pero me gusta mucho la fotografía y disfruté la exposición. Me llamaron la atención especialmente las fotografías tomadas por Edward Weston de Nahui Olin, su historia me parece muy interesante, y su mirada en las fotos es verdaderamente penetrante.

 

La última exposición a la que entramos fue a “El carnicero de Mathias Goeritz”, éste consiste en la exhibición de una sola pieza, una escultura del hombre según la mirada muy particular de Goeritz. La exposición  está muy bien puesta, entras por una puerta con una cortina roja de terciopelo muy elegante a un cuarto pequeño, en donde todo está oscuro y solamente está iluminada la escultura. Mientras yo estaba en medio goce estético Octavio me asustó, por un momento me enojé, pero después ese enojo pasó a risa cuando entró un extranjero a la sala y no vio al guardia que estaba parado en medio de las sombras, ese sí fue un susto de verdad. Hasta gritó el pobre francés.

 

Después de tres horas terminamos de recorrer calmadamente todas las exposiciones, Octavio y yo caminamos un rato por el jardín de las esculturas que se encuentra en la parte trasera del museo y luego nos fuimos. Chapatas y arte, qué gran día.

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